¿Recuerdas? Fue allí en el jardín del Ordoño... Un lunes del mes de junio del 2022. Estábamos todos, alumnos, padres y profesores. Bueno, estábamos todos los que estábamos, y también los que no estaban (pero que por uno u otro motivo recordábamos), estaban también allí, porque el recuerdo es también una forma de presencia, y una bien importante...
Un día en un futuro cercano o lejano, tendréis el recuerdo del día de hoy y seguramente lo compartáis con alguien. Cada uno de vosotros recordaréis unos detalles y olvidaréis otros, pero seguramente, todos recordaréis el día de hoy como un día feliz y alegre para vosotros y para vuestras familias.
Yo hoy estoy feliz por vosotros también, y ese es el motivo por el cual he aceptado este guante que me habéis lanzado: impartir una última y pequeña lección magistral de Filosofía . Gracias por el honor que supone esta concesión. Os lo agradezco “hasta el infinito y más allá”, no podía negarme a ello, pero confieso, me cuesta un poco porque hoy la clase está más llena que de costumbre… No lo creeréis pero los profesores somos tímidos también y muy nerviosos algunos, aunque al compás de una machacona vocación por la enseñanza, parezcamos otra cosa y nos transformemos en el aula en lo que haga falta, con tal de captar vuestra atención y motivaros hacia el aprendizaje de contenidos nada fáciles.
Podría decir que voy a ser breve y luego no cumplirlo, y no pasaría nada, puesto que acostumbrados estamos a que casi todos los discursos empiecen con una mentira. En mi caso, y puesto que la Filosofía aspira a la verdad total a través del uso de la razón, y puesto que condición sine qua non en la actitud del correcto filosofar es la más pura honestidad, prefiero empezar con una verdad y la verdad es que intentaré ser breve pero no voy a serlo. O sea, que no seré breve. ¿Qué prisa tenemos? Ninguna. Prometo eso sí, no caer en el vicio metafísico de irme por las ramas.
¿Recordáis vuestro primer día en el Instituto? Seguro que sí, y seguro que vuestros padres tampoco lo han olvidado. Algunos llegasteis aquí con solo 12 añitos (otros algo más tarde), todos haciendo de tripas corazón y en muchos casos, venciendo un miedo atroz. Llegasteis faltos de algunos hervores y con más miedo en el cuerpo, que kilos en aquella mochila de ruedas que arrastrabais, y que muy pronto dejasteis olvidada porque decíais era de "pequeño”.
Hoy, seis años después, a vuestros padres se les hace un nudo en la garganta. Seguramente alguno preferiría que el tiempo se hubiese detenido cuando todo parecía más fácil y más dulce de lo que en ocasiones es ahora, pero lo cierto es, que aquí estáis, listos para partir. Esta vez, con una nueva mochila, también sin ruedas y también sin freno acordaos de ponerlo (el freno) cuando sea necesario. Aristóteles en Ética a Nicómaco decía que para alcanzar la felicidad en la vida práctica debemos ejercitarnos en desarrollar la virtud. La palabra griega para virtud es areté, que significa “excelencia”. Pues bien, las personas felices son las que se comportan de manera excelente, porque saben actuar correctamente en cada situación. El freno a veces puede ayudaros a ello.
¡Casi sin daros cuenta, os llegó la hora de hacer aquí el inventario y de hacer el embalaje!
¿Qué os lleváis? . ¿Qué dejáis?. Llegasteis al Ordoño dispuestos a robar (como Prometeo) el fuego a los dioses. No sé si habéis encontrado hogueras o fuegos artificiales pero, sí no fuego vivo, algo de candela si os hemos dado para que pudieseis soportar mejor el frío en el viaje que hoy emprendéis. Lo cierto es que hoy de alguna manera cerráis una etapa en el Ordoño vuestra, nuestra casa. Aquí se quedan vuestras huellas por doquier, algunas lágrimas, los ecos de vuestras risas, confesiones hechas a compañeros y profesores, vuestra memoria, las primeras dudas y también las primeras pasiones, vuestros desengaños, vuestros éxitos mayores, alguna enfermedad fingida, alguna chuletilla que otra, y montones de hojas manuscritas y repartidas por todos los departamentos. Los momentos que hemos compartido,esos, esos no se quedan. Esos nos los llevamos todos puestos. No los olvidéis.
En el Instituto habréis acumulado, o eso esperamos, muchas experiencias y mucho conocimiento, pero habéis de saber que lo que marcará la diferencia ahí afuera no será vuestro conocimiento (siempre precario y casi todo el ajeno), sino vuestro pensamientos siempre fecundo y todo el propio). Victor Frankl, haciendo suyo un aforismo de Nietzsche, supo decirlo de un modo muy bello: “Si se tiene un porqué en la vida, se soporta cualquier cómo”. Lo dice alguien que padeció el horror de Auschwitz, así que vosotros podéis ir por la vida sin miedo y con fuerza para afrontar cualquier reto o dificultad.
Como veis, os lleváis tantas cosas como dejáis, y sobre todo, yo diría que dejáis una muy importante, la más importante de todas y se llama Esperanza:
En una ocasión alguien me dijo que corría a clase como si con mi trabajo fuera a cambiar el mundo. Aquel comentario, lo reconozco, me enfado un poco pero me hizo pensar. Y pensé:
Corro sí y es verdad que no voy a cambiar el mundo. Yo no, pero ellos sí. Vosotros sí. Si no,¿quién? Y es que cada uno de vosotros y vosotras sois una esperanza, sois nuestro relevo. Hannah Arendt afirma que cada una de vuestras posibles acciones abre la puerta a infinidad de distintos mundos posibles que a su vez compartimos todos. En este mundo, no existe El Hombre en el sentido platónico del término, sino que existe la pluralidad única de los individuales, y esos seres individuales únicos y plurales sois cada uno de vosotros. Sois la pluralidad de los individuales. El mundo se os aparece de manera distinta y en función de esea "aparecerse” lleváis a cabo la pluralidad de las acciones posibles.
Los seres humanos aparecemos y desaparecemos en la escena de este mundo que habitamos, de este mundo al que hemos sido arrojados, que decía Martin Heidegger en Ser y Tiempo.
Arrojados a un mundo en el que os tocará vivir, en el que os tocará también decidir, y hacer uso de vuestra libertad, ya sea la positiva o la negativa que decía Isaía Berlín (aunque sientoe recordaros aquel texto que tanto os hizo sufrir hace poco más de un año a algunos y que recuerdo algún disgusto que otro que generó).
Lo bueno de todo esto es que cada ser, cada individual es un nuevo comienzo (y esta idea es de Agustín de Hipona, no es mía). Cada uno de vosotros sois una nueva historia, una nuevao posibilidad de realidad. Cada uno de vosotros ponéis en marcha nuevos procesos, nuevas ca denas de acción. Nuevas posibilidades de realidad. Tenéis la capacidad de inicio. No es la capacidad de escoger A o B (que también), sino la capacidad de introducir en el mundo algo que no existía antes.
Cada clase que nosotros, vuestros profesores os hemos dado, de un modo u otro encierra esa idea y esa esperanza, la idea de armaros como agentes del cambio y del progreso humano.
En resumen, en vosotros depositamos esa esperanza porque previsiblemente os queda más camino por andar que a nosotros, vuestros profesores y profesoras, pero no olvidéis que el tiempo es un bien escaso y que no nos está garantizado a nadie:
Ya nunca más serás ese joven o esa joven con todo por pensar (Kant), con todo por transformar (Marx), con todo por vivir (Nietzsche), con todo por decidir (Sartre), con mucho que ganar (Adam Smith), ese o esa joven con la valentía de quien no tiene nada que perder (Diógenes el cínico).
De cuando en cuando, te sorprenderás haciéndote las mismas preguntas que se hacía Kant antes de elaborar sus grandes críticas, y que tan bien os aprendisteis para aquel examen…
¿Qué puedo saber con certeza?
¿Qué debo hacer? o ¿Cómo he de vivir?
¿Qué me está permitido esperar?
Descubrirás con cierto desaliento como no hay respuestas últimas y definitivas para todas tus preguntas, pero no por ello has de continuar indagando en las mismas. Tal indagación te orientará en el mundo de un modo más certero.
Esta es una verdad incontestable, evidente, clara, distinta (casi como la idea del cogito de Descartes). Si alguno de vosotros tiene un contraargumento puede esbozarlo ahora, pero no lo hagáis todos a la vez. Evidentemente esta es una sugerencia retórica o no acabaríamos nunca y yo sé que tenéis ganas de que esto vaya terminando, que bastante chapa os he dado estos años ya en clase (ojo, siempre un poco menos que las que Sócrates daba en el Ágora a los atenienses).
Siento que no quiero terminar para que esto no termine de verdad para siempre, pero creo que ya va siendo momento. Permitidme aún un par de minutos más para que os recuerde aquel Decálogo que entre todos elaborasteis con pautas para alcanzar la mayoría de edad intelectual (que diría Kant) (¿os acordáis?), y que no tuvo más inspiración y aliento que la idea de la libertad.
Escojo algunas de dichas pautas:
1. Atrévete a saber.
2. No dejes nunca de asombrarte y de indagar.
3. Intenta que las respuestas que des a las grandes preguntas que te hagas sean racionales, argumentadas y críticas.
4. Rechaza toda explicación basada en dogmas o otras autoridades sin aval racional.
5. Busca, si lo deseas un guía, nunca un pastor.
6. Cuestiona todo prejuicio y somételo a una crítica racional.
7. No caigas en el prejuicio de vivir en ausencia de prejuicio.
8. Desconfía de lo no transparente, defiende la justicia y la verdad y se equitativo.
Estos principios son vuestros. No olvidéis llevarlos con vosotros allá a donde vayáis, os ayudarán a hacer rimar vuestra vida siendo sujeto y no objeto de nada ni de nadie.
Y hablando de rimar y termino. ¡Alumnos, alumnas! …
Gracias por hacer rimar vuestro mundo con el nuestro, gracias por regalarnos vuestra curiosidad, vuestras ganas de aprender, vuestra frescura, vuestras bromas, vuestras iniciativas, el tiempo para implicaros en lo importante… Gracias también por la ayuda prestada en los malos momentos, por vuestra madurez, empatía y saber estar. Y cariño, mucho cariño…
Habéis puesto muchísimo de vuestra parte para que algunos los pudiésemos sobrellevar.Disculpad si en algún momento se os enfrentó con realidades para las que no estabais aún preparados. Nos queda, me queda el consuelo de que algunas cosas os sirva de aprendizaje indirecto. Hay cosas que nunca se olvidan, y recurriendo a una estrofa de un Rap que todos conocéis muy bien:
Se me hizo, "se me hace imposible, no quererte y no cuidarte”. ¡Suerte chicos en vuestra nueva etapa!