La disminución de los polinizadores silvestres y sus consecuencias para la
seguridad alimentaria, la salud humana, la calidad de vida y el funcionamiento
de los ecosistemas son motivo de grave preocupación en todos los niveles de la
sociedad. En Europa, alrededor de cuatro de cada cinco especies de cultivos y
flora silvestre dependen, al menos en parte, de la polinización animal
asegurada por miles de especies de insectos. Sin embargo, Europa y el mundo
entero se enfrentan a una pérdida drástica y muy preocupante de polinizadores
silvestres. La disminución de los polinizadores plantea una amenaza tanto para
el bienestar humano como para la naturaleza. En diciembre de 2022, en la 15ª
Conferencia de las Partes (COP15) del Convenio de las Naciones Unidas sobre la
Diversidad Biológica, se realizaron esfuerzos globales para abordar la crisis
de la biodiversidad. Estos esfuerzos deben ir acompañados de medidas ambiciosas
a nivel de la UE para proteger y restaurar la biodiversidad, un patrimonio del
que los polinizadores son parte integral. La Estrategia de Biodiversidad de la
UE 2030 7 ha fijado el objetivo general de revertir la disminución en el número
y la abundancia de polinizadores para 2030 como parte de una serie de
compromisos y objetivos destinados a restaurar la naturaleza en la UE. Para
ello, el Nuevo Pacto de Polinizadores marca una serie de acciones para lograr
la conservación y restauración de la biodiversidad en materia de polinizadores.
Tales acciones deben estar respaldadas por conocimientos científicos sólidos.
Las principales amenazas para los polinizadores silvestres incluyen el
cambio de uso de la tierra (incluida la urbanización), las prácticas agrícolas
intensivas (incluido el uso de pesticidas), la contaminación ambiental
(incluida la contaminación lumínica), las especies exóticas invasoras y el
cambio climático. Todo ello afecta negativamente a los polinizadores al reducir
la disponibilidad de hábitat y aumentar la fragmentación del mismo. Para
contrarrestar esto se necesita un nuevo enfoque integrado de los paisajes
naturales y culturales. Un nuevo enfoque del espacio que habitamos. Una de las
propuestas más aceptada en este momento sería la de crear una red
estratégicamente planificada de áreas de hábitat que en conjunto formen una
infraestructura interconectada en todo el paisaje, extendiéndose a lo largo de
regiones biogeográficas y administrativas. Estos corredores ecológicos de
polinizadores o “líneas de zumbido”, permitirían a las especies moverse en
busca de alimento, refugio y sitios de anidación y reproducción.
La urbanización y el desarrollo de infraestructura reducen la
disponibilidad de hábitats naturales propicios para los polinizadores. Sin embargo, si se planifican y gestionan
adecuadamente, las áreas urbanas pueden actuar como refugio para los
polinizadores, especialmente en un contexto paisajístico más amplio y pobre en
recursos florales. También pueden mejorar la interconexión entre hábitats
proporcionando senderos, como parques públicos, jardines privados (incluso en
zonas rurales), terceros espacios, granjas urbanas, techos y muros verdes.
Por todo ello, se hace necesaria la ecologización de las ciudades y que
estas sean favorables o “amigas” de los polinizadores. Una iniciativa o
adopción del espacio en esta línea sería la creación de “micro líneas de
zumbido” o áreas que incluyan jardines privados, áreas públicas, tierras
agrícolas y bosques con floración nativa y beneficiosa y no dañina para los
polinizadores. Sin embargo, para la creación de los jardines para polinizadores
o “líneas de zumbido” se hace necesaria la creación de un Bancos de Semillas
Sostenibles que contengan semilla autóctona, bien seleccionada y catalogada,
cuyo destino sea la floración en el jardín para polinizadores. Todo ello
siguiendo unos criterios científicos y simbioéticos.