martes, 4 de julio de 2023

¿El caballo se come al alfil? Legendario debate Wilberforce-Huxley de Gould, G. #Texto

 

¿El caballo se come al alfil? Legendario debate Wilberforce-Huxley de Gould, G. #Texto

Asociación Británica para el Avance de la Ciencia-1860

(incluye versión canónica y oficial)



“La verdad representa la única manera de hacer que un relato complejo sea comprendido correctamente (…) Pero para un estudioso no hay nada como la falsedad. Las mentiras son algo preciso, acontecimientos históricos identificables cuya pista se puede seguir: Las falsedades también tienen motivaciones, que son puntos de partida para nuestras meditaciones sobre el animal humano. La verdad, en cambio, simplemente ocurre. La información exacta sobre ella nos enseña poca cosa más allá del propio acontecimiento.

Desde este punto de vista, debemos señalar con interés que el relato más famoso en toda la hagiografía de la evolución, si no es completamente falso, al menos ha sido muy distorsionado por una reconstrucción sesgada mucho después del hecho. Me refiero al legendario encuentro de Thomas Henry Huxley con el obispo de Oxford, “San el Jabonoso” Wilberforce, en la reunión de 1860 de la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia.

Darwin había publicado El origen de las especies en noviembre de 1859. Así, cuando la Asociación Británica para el Avance de la Ciencia se reunió en Oxford en el verano de 1860, en el que fue el mayor de todos los debates recibió su primer oreo público prominente. El sábado 30 de junio, más de 700 personas se apiñaban en la mayor de las salas del Museo Zoológico de Oxford para escuchar lo que fue, según todos los relatos, una perorata absolutamente espantosa que duró toda una hora, por parte de un estudioso norteamericano, el doctor Draper, sobre el “desarrollo intelectual de Europa considerado con referencia a las opiniones de míster Darwin. Leonard Huxley escribió en Life and letters of Thomas Henry Huxley:

La sala estaba llena hasta la asfixia …Las mismas ventanas a través de las que la sala estaba iluminada a todo lo largo de su lado occidental estaban atestadas de señoras, cuyos blancos pañuelos, que ondeaban y se agitaban en el aire al final del parlamento del Obispo, fueron un factor inolvidable en la aclamación de la multitud.

 

Había corrido ampliamente la voz de que “San el Jabonoso” Wilberforce, el obispo de Oxford de pico de oro, asistiría con el propósito confesado de aplastar a míster Darwin en la discusión que seguiría a la comunicación de Drapper.

El relato del discurso del discurso de Wilberforce y de la respuesta de Huxley se ha venerado entre la media docena de grandes leyendas de la ciencia seguramente al mismo nivel que Newton golpeado en la cabeza por una manzana o Arquímedes saliendo del baño y gritando “eureka” por las calles de Siracusa. Hemos leído este relato desde el álbum de cómics, al tomo docto, pasando por la novela. Hemos visto la escena por cortesía de la BC, en nuestra sala de estar: El relato tiene una “versión oficial” codificada por Francis el hijo de Darwin, publicada en su Life and letters of Charles Darwin, y ampliada en la biografía que Leonard Huxley escribió de su padre. Esta reconstrucción se ha hecho canónica, se ha copiado de una fuente a otra posterior, cientos de veces, y raramente alterada ni siquiera un ápice:

 

    Durante media hora el obispo habló ferozmente, ridiculizando a Darwin y a Huxley, y después se volvió hacia Huxley, que se sentada con él en la plataforma. En tono helado por el sarcasmo le planteó su famosa pregunta: su descendencia de un mono, ¿le venía por parte de su abuelo o de su abuela? … Ante la pregunta del obispo, Huxley dio una palmada en la rodilla del sorprendido científico que se encontraba a su lado y susurró: “ El Señor lo ha puesto en mis manos”… (Huxley) despedazó las argumentaciones que Wilberforce había empleado … Avanzando gradualmente hasta su clímax, exclamó que no sentiría vergüenza por tener un simio como antepasado, pero que se avergonzaría de un hombre brillante que se sumergía en cuestiones científicas de las que no sabía nada. En efecto, Huxley dijo que preferiría tener por antepasado a un simio que al obispo, y la muchedumbre no tuvo duda alguna respecto a lo que quería decir.

   La sala se disolvió en conmoción. Los hombres se ponían de pie, gritando ante este insulto directo al clero. Lady Brewser se desmayó. El almirante FitzRoy, el antiguo capitán del Beagle, blandía una biblia bien alto, gritando por encima del tumulto que ésta, y no la víbora que había albergado en su barco, era la autoridad verdadera e intachable…

   El tema estaba planteado. Desde aquel momento, la disputa sobre el tema elemental en el que el mundo creía que estaba implicado, ciencia frente a religión, iba a encarnizarse sin cesar.

Durante seis meses me senté junto a una pequeña placa de latón que anunciaba que el gran acontecimiento había tenido lugar en el sitio exacto en el que me encontraba. También me sentía incómodo con el relato oficial por dos razones concretas:

1-       Todo es demasiado pintiparado: el vencedor y el vencido, el bien que triunfa sobre el mal, la razón sobre la superstición. Muy pocos relatos heroicos de tipo tan simple resultan ser ciertos.

2-       Sabía que el  relato oficial era una reconstrucción, hecha por los paladines de Darwin cerca de un cuarto de siglo después del hecho. Por sorprendente qu parezca, nadie se preocupó por registrar el acontecimiento en el más mínimo detalle en aquella época. No había hoy ningún taquígrafo punto los dos hombres intercambiaron palabras, eso es seguro, pero nadie sabe lo que dijeron realmente. Resulta irónico que la versión oficial haya sido tan ampliamente aceptada y nunca puesta en tela de juicio.

Pero por falta de nuevos datos sobre mis sospechas se quedó muy postergado en mi cadena de montaje, hasta que recibí una carta de mi amigo y distinguido estudioso de Darwin San Schweber, de la Universidad Brandeis. Schweber me escribió metro PC con una carta de Balfour Stewart a David Forbes que comentaba la reunión de la ABAC a la que acababa de asistir y en la que presenció el debate Huxley-Wilberforce punto es probablemente la exposición más exacta de lo que sucedió:

Hoy hubo una animada discusión en una gran sala el último sábado en Oxford sobre la teoría de Darwin en la que el obispo de Oxford y el profesor Huxley llegaron a las manos... Hubo una cosa buena que no puedo dejar de mencionar. El obispo dijo que había sido informado de que el profesor Huxley había dicho que no le importaba si su abuelo era un simio pero que a él no le gustaría ir al jardín zoológico y encontrar al padre de su padre, o la madre de su madre en algún simio anticuado, a lo que el profesor Huxley replicó que preferiría tener por abuelo a un honesto simio situado bajo en la escala del ser, que a un hombre de intelecto exaltado y grandes cualidades que empleaba su poder para pervertir la verdad.

 

Gould, G.: Obra esencial. Crítica

Propuesta:

Lectura, comprensión y dramatización en pequeños grupo de una de las versiones del del famoso debate Huxley-Wilberforce. Posteriormente visionado del documental de la BBC y comentario

 

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